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Richard - Swinger hot

Escrito por Max Swinger | 07-mar-2022 16:54:00
 
 07/03/2022     17:54

RICHARD

1ªparte

Había entrado el invierno pero aún podía ver cómo las últimas hojas de los árboles caían sutilmente sobre la hierba. No podía dejar de pensar en Richard, el amigo de mi hermano. Cada vez que visitaba a mi hermano lo espiaba sigilosamente desde el pasillo. Esa mirada, esos labios y esa sonrisa me volvían loca...
 
Un día después del partido de Rugby, Richard se quedó a dormir en casa porque al día siguiente se iban de excursión a la montaña. En la cena me pilló mirándole la boca y me sonrió dulcemente. Un detalle sutil que me hizo, sin darme cuenta, mojar mis braguitas. Por la noche me levanté porque no me podía dormir, lo vi allí sentado y me preguntó:

- ¿Tú tampoco puedes dormir?

Me senté a su lado, estaba ardiente de deseo, ese deseo que había estado contenido durante tanto tiempo...Tenía su mano sobre mi pelo, su lengua provocando cada rincón de mi boca, su cuerpo presionando todo mi cuerpo...creía que me iba a desmayar en cualquier momento a la vez que mi cuerpo no paraba de arder de pasión. Poco a poco me empezó a quitar la camiseta, que era lo único que cubría mi parte de arriba. El roce de sus dedos por mis pezones hizo recorrer un escalofrío por todo mi cuerpo hasta mi entrepierna. El cómo sus labios y su lengua acariciaba el recorrido desde la comisura de mi boca, pasando por todo mi cuello y terminando en mis pezones estaba enviando una sensación ardiente y desgarradora a mi entrepierna que estaba cada vez más húmeda...podía sentir como una gota de mi propio manantial recorría toda mi pierda muy lentamente. Él lo notó y me sonrió pícaramente. De repente me cogió fuertemente los muslos y me enganchó a su tronco superior mientras me besaba apasionadamente y me llevaba a mi propia habitación. Tras cerrar la puerta me empotró contra la pared y comenzó a bajarse el pantalón y a presionar su miembro contra mi entrepierna activando al máximo mi deseo. Mientras me levantaba las manos y seguía lamiendo cada centímetro de mis pechos me dijo:

- Hasta que no me supliques no voy a parar.

Repentinamente me tiró sobre mi cama y comenzó a bajar muy lentamente hasta dónde más lo necesitaba, parándose detenidamente en besar, lamer y acariciar mis muslos y mis labios hasta que no pude aguantar más y presioné con mis manos su cabeza contra mi humedad.  No puedo describir el placer que sentí con cada embestida que recibía cuando su lengua recorría el surco entre mi clítoris y mi entrada. Después de unos minutos no me pude contener más, mi interior me pedía a gritos que me penetrara. Se lo supliqué y me penetró lenta y apasionadamente. Mi mirada se perdía en la suya, mis gemidos se perdían dentro de su boca mientras le arañaba la espalda de placer y deseo.

 
Esa noche de swinger larga y que nunca olvidaré.
 
FIN