Skip to content

BLOG & CONSEJOS

Aquel día la probé, mi mundo gay. ANÓNIMO.ESPAÑA. GAYS.

A veces no es fácil encontrar a hombres que disfruten del mismo placer masculino. Por eso hemos creado esta Comunidad y sitio de citas para chicos gays que buscan pasarlo bien. Esta Comunidad comprometida con el colectivo LGBTQ+ es exclusivamente para hombres 
Gayflag
Hola. Me llamo David y soy de Barcelona. Tengo 38 años y si me he descrito os he de decir que soy un chico de lo más normal. Ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco, y bajito (1,60). Quien espere leer un relato con un pedazo de tío como protagonista, que deje de leer. No soy así. ¡Ah! Y debo ser el único bicho raro que tiene una polla normal, ya que si uno lee relatos todos tienen (o tenéis) unos pollones increíbles…
 
Bueno, al lío. Tengo novia desde hace 5 años, pero aunque la quiero con locura lo cierto es que en la cama podría ser mucho mejor. Es muy clásica, diría que vergonzosa, sin demasiadas ganas de probar cosas nuevas… y yo en cambio soy lo contrario. No soy un hacha, pero soy de los que piensan que en el sexo no ha de haber límites dentro del respeto y de lo que sea consensúe con la pareja. Y me encanta probar nuevas cosas, tener nuevas experiencias. Y ya que con ella no puedo, pues eso me lleva a buscar este “plus” fuera de mi pareja. ¿Si me siento mal por ello?. No. Mi manera de pensar es que el sexo, aunque importante, es un accesorio del amor, y mientras no se haga daño a la persona, uno ha de ser libre de hacer lo que quiera (ojos que no ven…). Puede parecer una forma de pensar egoísta, pero lo que no voy a hacer es dejar de disfrutar cuanto pueda de algo que me gusta tanto como el sexo.
 
Bueno, desde hacía tiempo se me pasaba por la cabeza la idea de probar con otro chico. Nunca me han gustado, y de hecho nunca me he fijado en ninguno, ni lo hago ahora, en plan sexual. Pero la idea me daba mucha curiosidad, y por qué negarlo, morbo. Empecé a frecuentar chats gays y bisex, hablando con muchos, pero la verdad es que ninguno me daba la confianza necesaria. La mayoría iban muy a saco, o les veía como auténticos babosos, o simplemente no me transmitían confianza al ser poquita cosa… que tengas miedo de que te viole un tío que te saca 2 cabezas, pues como que no. Y lo que tenía claro es que quería probar. Y probar hasta cierto punto, y así se lo decía a todos. Besos, los justos, y desde luego nada de penetración. No al menos la primera vez, o no al menos a priori.
 
Estuve meses chateando y buscando, y nadie. Hasta que un día conocí a Alex. En más de 1 hora de conversación ni mencionó el sexo, tenía una conversación agradable… él era gay, y me entendía perfectamente. Y estaba dispuesto a que probara con él, así que nos dimos los teléfonos. A partir de ahí vino el segundo problema: me mandaba whatsapp para quedar, pero a mí me daba corte. Nunca me atreví a dar el paso. Y él seguía con paciencia infinita. Hasta que un día fui a tomar unas cervezas después del trabajo con unos compañeros. Cuando terminamos, me quedé tomando una última, ya que era temprano… y Alex me escribió en ese momento preguntando, por enésima vez, si quería ir a su casa. Imagino que fueron las cervezas las que me envalentonaron, y tras quedar como un tonto preguntándole “¿seguro que no me querrás encular?” (sí, soy así de fino), o “¿nada más de lo que me apetezca y me sienta cómodo?” finalmente le dije que sí, que iba, que me diese su dirección.
 
De camino estuve varias veces intentando dar media vuelta. Os aseguro que iba temblando. Pero me iba repitiendo a mí mismo que era hoy o nunca. Hasta que finalmente llegué a su piso. Bueno, hasta que finalmente llegué al portal, porque tardé como 10 minutos en decidirme a llamar al timbre… finalmente llamé. Joder, 4 pisos sin ascensor… 4 pisos para seguir comiéndome la olla y para seguir temblando. Pero ya no había marcha atrás.
 
Cuando me abrió la puerta, delante de mí apareció un chico joven (27, si no recuerdo mal), unos 10 cm más alto que yo (con mi 1,60, no es difícil), delgado, sin cuerpo de gimnasio, vestido con un pantalón de chándal y una camiseta, sonriéndome con toda tranquilidad. Nos saludamos con un apretón de manos y me hizo pasar. Ya no había marcha atrás.
 
Me llevó al sofá y me ofreció algo de beber. Acepté una Coca Cola. No por sed, sino porque suponía que tener algo en las manos ocultaría un poco mi nerviosismo, aunque él lo notaba a kilómetros. Estuvimos un rato hablando del trabajo, del Barça, de temas triviales. Hasta que me preguntó que cómo es que me había dado por probar con un chico. Le conté el tema curiosidad, y demás, y él siguió hablando de que era gay, pero que veía muy bien que quisiera probar cosas nuevas. Y que podía estar tranquilo.
 
Finalmente, no sé en qué momento, me dijo que no estaba nada mal, que me veía guapo. “Gracias”, le contesté, “tú tampoco estás mal”. Y alargó su brazo y empezó a acariciar mi muslo, suavemente, pero yendo siempre de la parte superior hacia dentro. Se hizo el silencio, mientras él me acariciaba, hasta que me decidí y yo también empecé a acariciar su pierna. Esa debía ser la señal que esperaba porque su mano avanzó entonces hasta mi paquete, acariciándolo.
 
Mi corazón iba a mil, pero me sentía a gusto, y tripas corazón, moví mi mano hasta colocarla sobre su paquete, que se notaba perfectamente al estar en chándal. Dios, qué sensación estar palpando una polla ajena… Alex se inclinó y empezó a besarme el cuello (ya sabía que no tenía que dejarme marcas al tener yo novia), y no pude evitar dejar escapar un suspiro. Como si esa fuese una señal que estuviera esperando, apretó más mi paquete encima de los tejanos y me dijo un simple “ven”.
 
Se puso de pie y me indicó que le siguiera a su habitación, pequeña, pero ordenada, con una cama de matrimonio. Me senté en la cama, aún muy cortado, y él a mi lado. Notando aún mis nervios metió su mano por debajo de mi camiseta, subiendo para acariciar mi pecho, al tiempo que la camiseta se levantaba, así que me la quité. Alex me reclinó en la cama y empezó a besar mis pezones. No es algo que me apasione, pero yo me dejaba llevar. Había venido a probar. Tras unos segundos en mi pecho, volvió a comerme el cuello mientras su mano empezaba a desabrochar mis pantalones. Que me coman el cuello es mi punto débil, así que dejaba escapar algún gemido y algún suspiro, indicándole que me gustaba.
 
Alexa se tumbó a mi lado en la cama, mientras su mano bajaba mi bragueta, dejando a la vista mis calzoncillos con mi polla más que empalmada. Yo, por mi parte, volví a dirigir mi mano a su paquete, y de nuevo noté esa nueva y agradable sensación de palpar una polla. Pero quería más, así que la introduje como pude dentro de su chándal, tocando ya directamente sobre sus calzoncillos.
 
Alex seguía en mi cuello, pero de pronto levantó un poco la cabeza, buscando sus labios con los míos. Me dio un pico. Me dio otro. Y luego abrió mi boca con sus labios para besarme. Noté su lengua en mi boca, y respondí al beso, pero sin mucho entusiasmo. Cuando se separó se lo dije: “por favor, besos, no”. Él, como respuesta, simplemente sonrió, y empezó a descender por mi pecho, hasta llegar a mis pantalones. Empezó a bajarlos y yo le dejé hacer, ayudándole con mis manos, bajando también mis gayumbos.
 
Ahora sí, mi polla estaba totalmente libre y más que empalmada, y Alex la tomó con su mano, empezando a masajearla, más que a pajearme, bajando de tanto en tanto a mis testículos. ¡Qué placer! Yo me dejaba hacer y empezaba a relajarme, totalmente estirado en la cama con esa cálida mano acariciando mi polla, pajeándome, cuando noté que sus labios se posaban en ella.
 
Primero fue un besito, luego una lamida en todo su largo… y finalmente noté cómo su boca la engullía poco a poco, con suavidad. Joder, qué mamada… qué boca tenía. Desde lyego, pensé, es cierto eso de que nadie te la chupa mejor que otro tío… su boca subía y bajaba, follándome con la boca, jugando con su lengua, mientras su mano jugaba con mis huevos y ayudaba a la masturbación a intervalos. De vez en cuando bajaba hasta mis testículos y los metía enteros en su boca, succionando, y otras tantas veces bajaba hasta mi culo, lamiendo mi ano… que gozada. Yo le ayudaba, abriendo mis piernas para que pudiese acceder mejor. Sentir su lengua a intervalos en mi polla y en mi culo era una gozada.
 
Supongo que llegó un momento en el que notó que estaría suficientemente lubricado, y volviendo a dedicarse enteramente a mi polla, muy despacio, lentamente, empezó a deslizar un dedo dentro de mi culo. No dolía. No me disgustaba. Sólo notaba cómo iba entrando cada vez más, y cómo se movía lentamente, para luego volver a salir y volver a entrar, follándome el culo con su dedo mientras su lengua recorría mi polla y tenía una de las mejores mamadas de mi vida. Demasiado buena, ya que notaba que iba a correrme, así que cogiéndole de la cabeza le detuve.
 
Él lo captó y se separó de mí. Se quitó la camiseta y acto seguido se bajó pantalones y calzoncillos, quedando desnudo de pie frente a mí.
 
La primera polla que veía quitado de las vistas en gimnasios y similares, depilada como la mía, y no erecta pero sí morcillona, con gotas de líquido preseminal que la hacían brillar. Había llegado el momento. A eso había venido.
 
Me enderecé un poco y acerqué mi mano a ese tronco, hasta que la rodeé con mi mano. Es una sensación indescriptible, notar ese calor ajeno en tu mano, que me puso a mil. Con mi pulgar rocé su capullo, tocando y distribuyendo el líquido preseminal, notándose en mi mano. Y noté algo que no esperaba notar. Ya no era la curiosidad: el morbo había vencido a todo miedo, a toda duda, y deseaba esa polla.
 
Colocando una mano en su cadera y presionando un poco hice entender a Alex que quería que se tumbara. Así lo hizo, todo a lo largo de la cama, y yo poco a poco me fui acercando a su polla, aún morcillona…¿cómo lo hacía?… y lentamente empecé a hacerle una paja. Pero sólo unos segundos. Fui acercando mi cara a su polla mientras jugaba con su pene…ya a pocos centímetros notaba su olor, un olor penetrante, agradable… y acerqué mis labios a ella.
 
Como él había hecho quise ir poco a poco, pero en vez de un piquito, directamente posé la punta de mi lengua sobre su capullo, saboreando su líquido preseminal… no sabía mal. En absoluto. Y empecé a trazar círculos con mi lengua en su cabeza, cada vez más profundos, para irme metiendo su polla en mi boca.
 
Las chicas ya la conocéis, pero los chicos que nunca habéis probado una no tenéis ni idea de la sensación. Su polla entraba en mi boca y notaba como iba creciendo de tamaño, ahora sí. Ese sabor entre salado y dulzón, difícil de explicar, ese calor que desprendía y esa textura en mi lengua me estaban llevando a cotas de excitación inesperadas, así que empecé a comérsela con ganas, metiendola tan al fondo como podía, a veces atragantándome… pero también quería probar eso. Cuando la tenía entera, o casi, en mi boca me gustaba mantenerla y mover mi lengua sobre ella, saboreándola, y al sacarla, nunca dejar que saliese del todo, y haciendo succión, para luego volver a bajar mis labios y repetir la jugada.
 
Mientras, mis manos habían encontrado sus testículos, y los masajeaba, suavemente, sin presionar, y descendía de tanto en tanto a su ano. Alex gemía y se movía. Estaba claro que le gustaba, ¡que algo estaría yo haciendo bien! Saqué su polla de mi boca y me coloqué con la cabeza frontalmente entre sus piernas, que separé un poco más, y empecé a recorrer el tronco con mi lengua, hasta llegar a sus huevos. No me anduve con rodeos, mientras mi mano volvió a coger su pene, me metí directamente un testículo en mi boca, succionando, jugando con mi lengua. Luego el otro. Luego intercambiándolos… hasta que empecé a descender con mi boca… él vio mis intenciones y abrió un poco más las piernas.
 
Ahí estaba su culo. El primer culo que veía así de un tío… y no me lo pensé, no lo pude evitar. Me lancé a por él, a lamerlo, a jugar con él, a tratar de meterle mi lengua un poquito. Olía bien (chico aseado…) y su sabor no era diferente al del culo de una chica, así que lo estaba disfrutando. Y os aseguro que él también. Mientras seguía pajeándole empecé a jugar con un dedo en su culo, presionando levemente, combinándolo con mi lengua. Y sin ningún esfuerzo, y con un suspiro de mi amante, entró. Acerqué un segundo dedo… no hizo falta presionar…sólo mover un poco mi índice, y se deslizó dentro de él.
 
Sin forzar, poco a poco, empecé a follar su culo con mis dos dedos, mientras mi boca volvía a subir a su polla, que volví a engullir. Quería más. Joder. ¡Quería más polla!, ¿quién me lo iba a decir?… Alex movía sus caderas al ritmo de mis dedos, y noté cómo su cuerpo se tensaba… “me corro, me corro…” acertó a decir, y con sus manos separó mi cabeza de su polla. Pero no. Yo había venido a experimentar. Y mi nivel de calentura era inesperado, así que me la saqué de la boca pero me quedé cerca de ella, a pocos centímetros, con la boca entreabierta, mientras le seguía pajeando con mi mano.
 
Alex empezó a respirar agitadamente, y tras un gemido entrecortado, su leche salió disparada de su polla, impactando contra mis labios y mi cara, resbalando por mis dedos. Fue una corrida copiosa. Que se filtraba por mi boca entreabierta. Por primera vez estaba notando el sabor de la leche de otro tío. Y no lo puedo negar: me gustó. Me gustaba mucho. No la tragué, no quise, pero la saboreé, dejé que entrara en mi boca y jugué con mi lengua con ella, para luego dejar que saliera.
 
Miré a Alex, cuya respiración ya se había relajado, y me miraba sonriente.
 
– ¿Seguro que es tu primera vez? –me preguntó.
 
– Te aseguro que sí –contesté con cara y labios con restos de semen.
 
– Pues lo haces muy bien…
 
– Gracias…
 
– Pero ahora te toca a ti –contestó mientras se incorporaba y con su mano me tumbaba en la cama.
 
Alex no dudó y fue directo a mi polla, que seguía más que dura, y deseando descargar de una vez, y mientras jugaba con mi culo empezó a chupar, esta vez ya sin florituras, sin delicadeza, follándome con la boca, ayudándose con la mano… aquello era una gozada. Con mi mano acompañaba sus movimientos de cabeza, con mis ojos cerrados, disfrutando del placer que me daba… y al poco noté que iba a correrme, así que como él, le avisé…
 
Él separó su boca y dirigió mi polla a la suya, ya fácida, donde recibió mis descargas, manchándole polla y el vientre con una copiosa corrida.
 
Yo estaba en la gloria, y había saciado mi curiosidad. Nos quedamos un rato tumbados, a la vez que nos limpiábamos con unas toallitas húmedas que tenía en la mesita de noche, hablando de lo que me había parecido.
 
Le dije la verdad, que espectacular, que me había encantado, pero que no lo cambiaba por una mujer. Pero tener ambas cosas, por supuesto. Me preguntó si quería volver a quedar, y mi respuesta fue un sí rotundo.
 
¿Su propuesta?, que quizá la próxima vez podríamos llegar más lejos. Pero eso ya lo explicaré en otra ocasión.

Deja un comentario